Cuando la pareja enamorada recibe la noticia, de que crecerá la familia, que un bebé está por llegar, la ilusión es inexplicable, la sonrisa inevitable, y los sentimientos surgen a flor de piel.
Cuando la barriga comienza a crecer, las ganas impacientes de ver llegar a ese esperado bebé son inaguantables, los amorosos y emocionados padres comienzan a armar el cuarto del pequeño, comienzan a ver que ropa usará, que juguetes le comprarán.
Lo anterior pasa en casi todos los caso, pero esta pareja fue a comprar un servicio funerario en lugar de baby shower para su bienvenida, fueron a escoger el ataúd del pequeño, en lugar de comprar una cuna. El motivo, simplemente me rompió el corazón.
Cuando Deidrea y T.K llegaron a la semana 20 de su primer embarazo, el ultrasonido de rutina arrojó que su hijo padecía una trisomía 13, que es una rara anomalía en el ADN, tras el doloroso diagnóstico el médico les informó también que los niños con este padecimiento solo viven unas horas después de nacer, si es que lo hacen, por lo que les dio la opción de interrumpir el embarazo.
La feliz pero frustrada pareja no aceptó, aún con la terrible noticia y la incertidumbre de no saber si el bebé nacería o no, y si lo hacía, cuantos minutos o días estaría con vida, ellos no quisieron negarse la posibilidad de conocer a ese bebé que con tanto amor gestaron y sintieron crecer dentro del vientre de ella por 9 meses.
Mismos en los que libraron las críticas y la manera en que los demás lo juzgaban por hacer que naciera ese pequeño que no duraría con vida, decían que sería como tortura, el oír las historias de bebés de los otros padres, los llenaba de melancolía y las lágrimas muchas veces no se hicieron esperar. Pero aun así no podían negarse l oportunidad de conocer a su bebé con vida.
La triste madre, plática que lomas difícil fue, negarse a tener un baby shower por ir a preparar la sepultura del pequeño e ir a comprar el ataúd en lugar de su cuna.
El parto fue normal, y el primer llanto del bebé los lleno de ilusión, y les hizo recordar su primer ultra sonido en donde era del tamaño de un cacahuate y su corazón latía fuerte y contento.
El bebé salió del vientre y los papás no podían dejar de acariciarlo, tocarlo mimarlo y sentirse frustrados y tristes por no poder hacer absolutamente nada para remediar el mal.
Decidieron ponerle el nombre de Thomas, la recién madre, dice que no todo es mal, que thomas es afortunado, jamás recibirá un regaño o un castigo, todo lo que verá en su vida será a mor y lo feliz que hizo a sus padres con su llegada.
Después de 53 horas de nacido, Thomas se fue a casa con sus padres, y estos estuvieron dotados de los medicamentos necesarios y de oxígeno, ya en casa, todo era amor, mimos, ellos estaban felices pero preocupados por tener al pequeño en casa.
Cada momento las complicaciones de si enfermedad eran más notorias, problemas renales, respiratorios, y así uno tras otro, la supervivencia del bebé fue más difícil.
5 días después, fue el momento en que Thomas se despidió de sus padres, sonrió y ellos sabían que era el momento de dejarlo ir, le explicaron lo bello que fue el mundo de sus padres por haber llegado, y los felices que fueron por conocerlo.
Thomas se quedó dormido en medio de sus padres, y ya no volvió a ver la luz de otro día.
Aun con el dolor de la despedida, los padres no pueden creer que haya sido de otro modo, pese haberles dado la oportunidad de interrumpir el embarazo, para ellos nunca fue opción.
Esos 5 días de tener en brazos al pequeño Thomas, les cambio la vida positivamente, por completo y para siempre.