La paternidad es algo que nos cambia por igual a hombres y mujeres, los cambios son tanto internos como externos, el aceptarnos como padres, responsables de esa criatura indefensa que depende completamente de nosotros, por un tiempo hay que alimentarlos, cambiarlos, mimarlos, enseñarles el mundo, ellos no pueden solos, son una parte de nosotros, es una extensión de nuestro cuerpo, es como si nuestro corazón se haya salido del cuerpo y posado en esa criatura, que es nuestro talón de Aquiles, pero al verlo, sacamos garra hasta por debajo de las piedras, para que no le falte nada, para que nadie lo dañe.
Cuando nos convertimos en padres, dejamos de pensar solo en nosotros para pensar en mostrarle el mundo a alguien más, somos su fuerza al caminar, su luz al despertar, y ellos nos regalan lo mismo pero en más grandes dimensiones, lo cierto es que eso del amor eterno existe, y lo conoces cuando eres padre o madre.
Lejos de compararlo con el amor de pareja que también suele ser para toda la vida, el amor por un hijo es diferente, es un pedacito de ambos en uno solo, las circunstancias pueden variar, pero generalmente la gestación de un bebe es por obra del amor, y esa criaturita es fruto de lo que se vivió, ahora, de nosotros depende mostrarles el camino.
Ellos ven en nosotros, todo lo que conocen, por ello es necesario ser fuertes, además es de manera espontánea, cuando estas completamente a cargo de tu hijo, lo menos que quieres que se sienta ansioso por algo que en general no es momento de sufrir por esas cosas.
Por ejemplo, si has tenido un mal día, si las cosas no han salido como querías, ellos no tienen ni idea y no merecen cargar con tus paquetes, de las peores circunstancias es donde nos sale más garra para poder ver esa carita contenta que nos motiva a lidiar con nuestras luchas para darles la vida que merecen, lo que creemos mejor.
Hasta hace poco, eras maduro e independiente como para ver por ti, si la tristeza o la ira te embargaban, podías externarla sin explicación, pero ahora, es tu hijo que merece y necesita verte firme, debes separar esos sentimientos para dar lo mejor a ese pequeño que te espera feliz al final del día, o que solo quiere un momento para él para que juegues y compartas tu tiempo con ellos.
Los niños merecen dosis de seguridad diaria, y esa, se la das del entorno en que le presentas. No recuerdo haber vivido problemas en mi niñez, mis padres se encargaron de pintármela bella y feliz, claro que tenían problemas, como toda pareja, pero no me hacían participe de ellos, lo entendí cuando tuve mis propios hijos, ellos sacan esa fortaleza que no sabías que existía en ti.
Los hijos crecen cada día, nosotros, al principio les enseñamos todo lo que sabemos, ello son dejan de aprender y nosotros como padres, aprendemos con ellos.
Una vez que se te da el título de padre o madre, sabes con él, tendrás conocimientos básicos e indispensables de medicina, psicología, corte y confección, te vuelves chef, en fin, te vuelves especialista en muchas cosas para darle lo mejor a ese ser que necesita de ti para todo, y lo hará siempre, a su manera, pero el amor a un hijo y viceversa no tiene caducidad.
Puedes prometerles cualquier cosa, menos que estarás con ellos toda SU vida, pero sí que los amarás todo lo que resta de la TUYA.