Tener unos dientes en mal estado siempre trae complicaciones. Dicen que la mejor carta de presentación de una persona es su sonrisa, pero cuando tu dentadura no está muy bien cuidada temes sonreír, a tal grado de que te vuelves una persona introvertida y tu autoestima decae. Es por eso que muchas veces tenemos que recurrir a los famosos brackets para corregir nuestra dentadura.
Cuando te colocan los brackets, te dicen que el resultado será sencillamente maravilloso, y así es, los brackets funcionan. Pero lo que no te dicen es la serie de molestias, complicaciones, momentos vergonzosos y dolores que vas a llegar a tener durante el proceso para tener una dentadura perfecta.
Si alguna vez tuviste brackets, seguramente te sentirás identificada con estas imágenes:
Cuando sentías que todos notaban que usabas brackets
Cuando te tocaba ajuste
Ese sí era dolor real
Cuando tenías que aguantar las náuseas para tener tus retenedores
Cuando los brackets te provocaban miles de aftas
La pequeña y maravillosa solución
A veces te sentías como caballo
Cuando no debías comer chicle y no hacías caso
Cuando la comida se te quedaba entre los dientes
Ni pensar en besar a alguien
Hasta pronto, comida sólida
Lo único que querías comer después de que los ajustaran
Éste era un verdadero conflicto
Cuando pensabas que el dentista jamás cortaría los alambres
Cuando tenías que quitarte las ligas para comer
A veces no querías sonreír
Pero el resultado valió la pena
¿Verdad que te sentiste identificada con algunas de estas imágenes?
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