“El tiempo es existencia, la existencia es tiempo… Todas las cosas existen en nosotros mismos. Cada cosa, cada ser en todo el universo es tiempo”
– Dogen Zenji
Uno de los más importantes principios del budismo es que, para estar en tranquilidad con nosotros mismos, debemos liberarnos de nuestros apegos materiales e inmateriales, dejarlos ir, dejar que todo fluya y que nada nos afecte. La palabra “impermanencia” en el budismo zen se refiere al arte de renacer sin apegos. El apego es el mal de nuestro tiempo. En una vida moderna de rapidez, de fugacidad, de consumismo, de jornadas laborales extenuantes, de responsabilidades que nos ahogan, tenemos muchas cosas a las que nos apegamos y no nos damos la oportunidad para amar.
Tal vez nuestras heridas del pasado sean grandes y por eso le tememos al amor, pero hay una manera de volver a amar… para volver a amar hay que dejar ir, y eso significa vencer nuestros apegos.
Ya sea que se trate de una ruptura amorosa, de una separación, de la muerte de algún ser querido, de la pérdida de un empleo o de un hogar, siempre es difícil superarlo y comenzar de nuevo. El problema es que a veces nos aferramos a nuestra pérdida y no la soltamos, y entonces nos seguimos haciendo daño con el recuerdo y con el deseo de seguir teniendo lo que ya no podemos tener. Eso es el apego. Hay que darnos cuenta que en realidad nada nos pertenece, todo fluye como arena entre nuestras manos, que la estamos teniendo y se nos está resbalando a la vez, y llegará un momento en que ya no la tendremos más. Así es con todas las cosas de este mundo, son pasajeras y no somos dueños de nada.
La “impermanencia” es precisamente esa conciencia de que las cosas fluyen como la arena, de que no nos pertenecen, de que la vida no es rígida ni estática y que el cambio es su estado natural. Si entendemos que la vida es sólo un tránsito, estaremos en la dirección correcta para aprender a desapegarnos.
Para volver a amar, hay que aprender a dejar ir, y estas son algunas instrucciones para lograrlo:
- Observa: deja el juicio de lado
“Cuando la superficie del agua de la mente está agitada es imposible observar el fondo”.
Estamos acostumbrados a juzgar todo lo que vemos. Somos esclavos de las apariencias, y rara vez nos fijamos en la esencia de las cosas. Para volver a amar, es necesario dejar los juicios a un lado y ver a las personas tal y como son. Sobre todo, hay que dejar de juzgarnos a nosotros mismos para comenzar a auto-amarnos, y así poder amar a los demás.
- Deja el apego: aprende a salir del bosque de la ilusión
“Comprenda que aunque usted esté practicando zazen en el mundo de las Ilusiones, la Iluminación reside ahí mismo”.
Podemos definir el apego como el miedo a perder aquello que nos pertenece. Pero ya hemos visto que en este mundo nada nos pertenece, entonces, ¿a qué le deberíamos tener miedo? Hay que dejar de creernos dueños de las cosas, de las personas, de las relaciones e incluso de nuestras posesiones personales. Debemos entender que nosotros, al igual que todo en este universo, estamos de paso. Sólo así encontraremos la tranquilidad de no apegarnos a lo pasajero.
- Desenmascara tu ego: aprende de tu maestro interior
“Aprender el camino de Buda es aprender el respeto de sí mismo”.
Todos los seres estamos en equilibrio con el universo en el mismo plano, nadie está por encima ni por debajo de los demás. El ego nos conduce a pensar que todo gira a nuestro alrededor y que las personas están ahí para acceder a nuestros caprichos siempre, pero esto no es así. Nadie nació para cumplir nuestros deseos, y si queremos volver a amar debemos aprender que la persona que nos ame lo hace libremente, no porque nosotros lo deseemos sino porque a ella le nace amarnos.
- Libera tus miedos, perdona tus errores
“Comprenda que, en esta vida, usted sólo tiene una vida, no dos o tres”.
No importa que hayas cometido errores en el pasado, perdónate, aprende de ellos y proponte enmendarlos. En cuestión de amor, cometerás muchas equivocaciones, pero ellas te enseñarán el camino hacia la persona adecuada: no tengas miedo de equivocarte y, sobre todo, no te apegues a tus errores, déjalos ir y sigue con tu vida, permitiéndote volver a amar.
- Sana el pasado, fluye con el presente
“Cuando lave el arroz, separe toda la arena que encuentre. Al hacerlo, no desperdicie ni siquiera un grano de arroz. Mirando el arroz, vea también la arena. Mirando la arena, vea también el arroz”.
Para sanar hay que aprender a lavar todo lo malo. Lavarlo significa reconciliarnos con lo que nos ha pasado, aprendiendo a dejar ir los rencores y dejando con nosotros solamente los aprendizajes. Todo lo que se va de tu vida te acompañará siempre en forma de experiencia.
- Nacimiento y muerte son sólo tránsitos
“Apenas comprenda que nacimiento-y-muerte son, en sí mismos, el Nirvana – no existe nacimiento-y-muerte a ser desechado, ni Nirvana a ser deseado”.
Todo nace y todo muere, pues todo en esta vida son ciclos. Una muerte trae consigo una nueva vida. En cuestión de amor, cuando pierdes a una persona, surge la oportunidad de conocer a otra o de relacionarte con una que ya conocías de una manera que no te esperabas.
- Practica en lo cotidiano
“Los poderes milagrosos de los budistas son sus acciones cotidianas de tomar té y comer arroz. Todos los Budas practican esos milagros continuamente”.
Para poder volver a amar, debes poner en práctica estos principios en tu vida cotidiana. Perseverancia y disciplina son las claves. Una vez que comiences a ponerlo en práctica, te irás librando del dolor y volverás a abrirte para darte la oportunidad de amarte a ti mismo y amar a otros nuevamente.
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