Probablemente sueles pensar a menudo que Dios te ha abandonado. Que no te ha escuchado o que simplemente te ha permitido sufrir. Te lo preguntas a diario porque crees que no te lo mereces. De hecho hasta te repites a ti mismo que quizá no te sirve de nada ser tan buena persona si lo único que haces es sufrir y sentirte solo. Sí, quizá más de alguna vez te preguntaste por qué Dios permite que las personas buenas sufran y no tengan cosas buenas, a diferencia de las personas “malas”, que siempre obtienen lo que quieren.
Comienzas a dejar de ser tan buena persona y hasta sientes resentimiento porque no te sientes escuchado. O, peor, dejas de creer que Dios existe, porque te ha dejado solo. Y vuelves a preguntarte si ser buena persona en realidad vale la pena. Si en realidad es válido esforzarse tanto. Si es válido amar a los demás y no dañar a nadie. Si vale la pena ser justo, leal y ayudar a otros. Y te preguntas para qué eres así, si cuando necesitas ayuda nadie está ahí para ti y todo es un remolino que viene a encerrarte y hacerte sufrir.
¿Dónde está Dios? Te preguntas todo el tiempo. “¿Por qué me deja sufrir?”. Aunque no l0 creas, y aunque tu alma esté demasiado dolida en este minuto, es bueno que sepas que nunca pasarás por algo que no puedas superar. Como dicen por ahí, Dios nunca te enviará a pelear una batalla que no puedas ganar, pues elige a sus mejores soldados y tú, sin duda, eres uno de ellos.
Por más que tus días duelan. Por más que ya no te queden lágrimas. Por más que tus ganas de luchar y de ser buena persona hayan acabado. Por más decepcionado que estés, recuerda que las cosas siempre pasan por alguna razón y que nunca estarás completamente solo. Si crees en la ayuda de Dios, no dejes de hacerlo, pues siempre tendrá preparado para ti algo mucho mejor, y llegará a ti tarde o temprano.
Como dicen por ahí. Serás feliz, pero primero tendrás que aprender a ser fuerte.
Y con Dios aplica igual.
Autor: Macarena Salvat