El hecho de que nuestra piel se erice (lo que solemos llamar “piel de gallina”) es un reflejo de nuestro cuerpo que, al igual que otras reacciones como el estornudo, evolucionaron como una necesidad para nuestra supervivencia en un ambiente hostil.
Llamado científicamente como reflejo pilomotor, la característica piel de gallina funciona gracias a que en la raíz de cada uno de los vellos de nuestro cuerpo existe un pequeño músculo capaz de erizarlo. Al grupo muscular encargado de esta función se le conoce como musculu arrector pili.
Pero, ¿qué lo provoca? Generalmente, el frío, la excitación y las emociones fuertes, como cuando algo nos causa miedo o repulsión. Y, ¿cómo funciona? Pues, cuando ocurre un estímulo como alguno de los que ya mencionamos, la fibra musculosa conectada al folículo piloso se tensa y la piel que lo rodea se frunce provocando la piel de gallina, levantando el cabello pegado a la piel.
Lo que el cuerpo pretende al hacer esto es generar calor. ¿Cómo? El vello que se levanta atrapa una capa de aire contra la piel, aislando el cuerpo. Por desgracia, el vello de los humanos es demasiado delgado, corto y poco abundante, haciendo que este reflejo no sea tan efectivo como en otros mamíferos más velludos.
Cuando nuestro cuerpo se enfrenta ante una circunstancia de mucho estrés, inmediatamente pone en marcha el mecanismo de “huida o pelea”, que es una respuesta del sistema nervioso que prepara el organismo inundando la sangre con adrenalina (también conocida como epinefrina), una hormona que se encarga de acelerar nuestro pulso cardiaco, metabolismo y temperatura. Si la situación es de un estrés extremo, el sistema nervioso también provocará el reflejo pilomotor, poniendo la piel de gallina al tensar el músculo que rodea al folículo piloso y erizando el cabello conectado a la piel.
Crédito de la imagen: Ildar Sagdejev / Wikimedia commons