Tanto ser freelancer como trabajar en oficina tienen, cada uno, sus ventajas y sus deventajas. Hoy en día, con el avance de las nuevas tecnologías de la información, cada vez más personas están trabajando por cuenta propia, sobre todo desde casa.
Si bien un puesto permanente con un sueldo fijo es lo más tradicional, muchos están optando por ser autónomos debido a las comodidades y la relativa superioridad de ventajas que ofrece esta modalidad. Está, por ejemplo, la libertad de la que goza un freelancer para manejarse a sus propios horarios, algo de lo que carece un trabajador de oficina, quien generalmente tiene que cumplir un horario de 8 horas mínimo, levantarse temprano, y eso sin contar el tiempo que pierde en el traslado de su casa a la oficina, que a muchas personas que viven en las ciudades les toma de dos a cuatro horas diarias en promedio.
Desde luego, un freelancer puede tener una carga laboral más exigente, y, aunque no tenga que cumplir con un horario establecido, puede que sus trabajos con sus clientes le exijan quedarse a trabajar hasta bien entrada la noche, pero esto suele desquitarse cuando lo comparamos con las ganancias recibidas, porque un oficinista tiene un sueldo fijo, pero un freelancer gana por hora, y entre más trabaja, más gana.
Pero, oh, problema, el hecho de trabajar por hora también implica un riesgo, porque si no hay chamba, no se recibe ningún pago. En cambio, en una oficina, las horas en las que no se trabaja (esas horas de flojera en las que se sale al balcón de la oficina a tomar un café o en las que se arma el chisme en los pasillos) también se pagan.
Otro problema de un freelancer es que debe estar continuamente en busca de trabajo y de proyectos. No bien está a punto de terminar uno cuando ya debe estar arrancando el siguiente, para así asegurar su supervivencia financiera.
Por eso, aquí te dejamos 15 cómics que describen la vida de un freelancer y la de un empleado de oficina, comparándolas:
Ilustraciones por: Igor Kalashnikov