Dicen que cualquiera puede ser padre, y eso es verdad si nos atenemos a la definición de padre como aquella persona que engendra; entonces sí, cualquiera puede engendrar hijos, pues traerlos al mundo es de las cosas más sencillas que hay, basta con encontrar con quién tener relaciones sexuales, hacerlo sin protección, atinarle bien (lo cual, estadísticamente es muy fácil) y listo, ya tienes tu chamaco a la carta.
Eso, desde luego, si ser padre significa simplemente darles la vida a tus hijos. Y la verdad hay quienes sí se quedan con esa definición tan pobre. Pero yo creo que ser padre es algo más complejo, algo que requiere un compromiso que no todos están dispuestos a asumir.
Ser padre implica involucrarte en la crianza integral de tus hijos, estar con ellos desde que son pequeños y acompañarlos en su crecimiento, ver la paternidad como un proceso y no como algo que ya está dado. Ser padre es saber ser un modelo a seguir, y ello requiere necesariamente ser una persona recta, honrada y honesta, porque una de las labores más importantes de un padre es inculcarles valores a los hijos.
Y aquí cabe hacer una diferencia entre los padres comunes, esos que repiten esquemas de paternidad que no funcionan y que a la larga generan hijos mediocres y mal formados, y los padres sabios, quienes han aprendido que la paternidad es cosa seria y se debe invertir esfuerzo en mejorar día a día como padre.
Por eso aquí te dejamos 11 diferencias entre los padres comunes y los padres sabios:
Ilustraciones por Inna Anikeeva