Dicen que, al crecer, vamos madurando y perdemos esa inocencia y esa alegría que alguna vez tuvimos hace muchos ayeres. Pero la verdad es que no es así. Los adultos somos unos verdaderos niños grandes, con empleos y vestidos de traje, pero niños al fin.
A veces sólo es cuestión de actitud. Nos empecinamos en tomar el rol de persona mayor, cuando en el fondo somos unos infantes o adolescentes que sólo quieren relajarse, pasarla bien, hacer travesuras o andar de aquí para allá, “en el desmadre”.
Si todos recordáramos que somos niños, no nos costaría trabajo relacionarnos con los más pequeños, pues ellos nos entenderían al 100% lo que les queremos decir, ya que estaríamos “en onda” con ellos.
Sí, tenemos diferentes gustos, nos agrada diferente música, diferentes películas, nos vestimos de otra forma, pero la pasión por la vida es la misma.
Cuando un padre y un hijo se comunican, a veces resulta difícil averiguar quién es el mayor, pues no en pocas ocasiones los peques nos dan lecciones de madurez y nosotros solemos ser los inmaduros y rebeldes, ¿a poco no? Al menos a mí así me ha pasado.
En esta ocasión, te traemos algunos mensajes de texto que te demostrarán que, en realidad, los padres y los hijos no son tan diferentes como nos lo imaginamos. De verdad. Y es que la infancia no es cuestión de años, es más un estado del alma.
Estamos seguros que te divertirás leyéndolos tanto como nosotros.
Helos aquí: