Me fui a vivir solo cuando recién cumplí 19 años. Fue una experiencia que no cambiaría por nada, aunque debo decir que fue muy difícil. Le pedí a mis padres que me dejaran por mi cuenta, pues quería saber qué era hacerse responsable de sí mismo, así que tuve que trabajar y estudiar a la vez.
La cosa no fue sencilla, tuve que alternar entre una cosa y otra, lo cual me dejó poco tiempo para mí. Mis padres insistían en que, al menos, me dejara apoyar con la renta del departamento, pero sentía que eso iba en contra de mi propósito principal: hacerme responsable.
Al ir pasando el tiempo, me fui acomodando, y la experiencia se fue haciendo más placentera. Encontré un mejor empleo, terminé mis estudios, dispuse de más tiempo libre y entonces sí pude gozar de mi soltería y de mi departamento a mis anchas.
Vivir solos es una experiencia que todos se deben dar, si tienen la posibilidad, porque te hace crecer mucho y te otorga muchas vivencias inolvidables.
Viviendo solo, gozas de una libertad que no tienes cuando vives en casa de tus padres, pero también aprendes que hay deberes para contigo mismo y que mantenerse no es sencillo.
Desde luego, hay pequeñas desventajas, como esos lapsos de soledad en los que quisieras tener a alguien cerca para platicar, o llegar a casa y que alguien te reciba al menos para decirte “¿cómo te fue? o ¿qué tal tu día?”, pero uno se acostumbra.
Tener tu propio espacio en el que impongas tus propias reglas no tiene precio y el pequeño sacrificio de soportar esos lapsos de soledad lo valen.
Además, hay una diferencia esencial entre “estar solo” y “vivir solo”. Yo vivo solo porque tengo una casa en la que no tengo cohabitantes, pero no estoy solo, pues sé que en mi vida tengo a mi familia y amigos que me quieren y que me apoyan en todo momento. ¿Me explico?
Idalia Candelas es una ilustradora mexicana que, en esta ocasión, nos trae algunas imágenes que muestran las ventajas que tiene vivir solo, o en este caso sola, como la heroína a la que da vida con sus trazos:
Puedes pasar todo el día en ropa interior
Leer en la posición que quieras sin que nadie te diga que está mal.
Estar en la cama y estirarte cuanto quieras.
Cambiarte de ropa donde se te ocurra.
No cerrar la puerta del baño y andar desnudo.
Pensar en lo más importante y no tener prisa.
Establecer tus propias reglas en la cama.
Disfrutar del café y del silencio cuando nadie te presiona ni te apresura.