Claro, amamos a nuestros padres por lo que son, y tenemos muchas cosas por las cuales agradecerles, entre ellas, por habernos dado la vida, principalmente.
Y, claro, sabemos de los sacrificios que han hecho para cuidarnos y darnos la mejor vida posible, trabajando incansablemente para que no nos falte nada y tratando de ser los mejores padres que pudiéramos tener, aunque para ser padre no hay escuela y se aprende en el camino.
Pero, admitámoslo, hay ocasiones en la que nuestros padres nos hicieron varias cosillas que nos obligaron a odiarlos de vez en cuando, y estos son algunos ejemplos de ello:
QUE SE SENTARAN A TU LADO MIENTRAS ESTABAS EN LA COMPUTADORA
Cuando navegábamos por la red, no queríamos que nadie invadiera nuestra privacidad. Sin embargo, ahí estaban ellos, vigilándonos todo el tiempo como si fuésemos unos adictos al contenido prohibido.
QUE ESTUVIERAN DE METICHES
Por ejemplo, ¿qué tenían que hacer nuestros padres indagando en nuestro cuarto? O, lo peor, pidiéndonos (o en el peor de los casos, exigiéndonos) nuestras contraseñas de nuestras cuentas de Internet para checar en qué andábamos metidos.
QUE TE INGNORARAN CUANDO MÁS LO NECESITABAS
Y ya no digamos que no te escucharan cuando tenías un problemilla de adolescencia, pues en eso sí eran expertos, pero a veces lo único que necesitabas era recorrer la juguetería en busca de tu juguete favorito o detenerte en un McDonald’s a comer tu hamburguesa predilecta y ellos simplemente ignoraban tus deseos.
SUS ARGUMENTOS PREHISTÓRICOS
Cómo olvidar cómo justificaban todo lo que te decían con su famoso “porque soy tu padre/madre”. ¿En verdad no tenían otra razón mejor?
SUS GANAS DE LIMITAR LAS COSAS CHIDAS
Todo lo divertido o bueno para ti estaba limitado: la comida chatarra, el tiempo frente a la computadora o el televisor, las salidas a jugar, tu dinero y hasta las horas de sueño.
SU ESPECIAL HABILIDAD PARA INTERRUMPIR TU TRANQUILIDAD
Cómo olvidarlo: tú estás muy a gusto en tu habitación y de pronto llega tu mamá con un quehacer sorpresa o una tarea de la escuela que tienes que adelantar. ¡Qué fastidio!
QUE DIERAN INFORMACIÓN DE MÁS
Frente a tus amigos, tus tías, tus primos o hasta tu novio/a, tus papás eran tan parlanchines que a veces soltaban información bochornosa sobre ti. No tenías ni dónde esconderte.