Vivimos en una época en la que la gente se ofende fácilmente

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¿Será que nos estamos volviendo más delicados? Parece que nuestra generación, es decir, los jóvenes y jóvenes adultos, en comparación con nuestros padres y abuelos, son más sensibles ante ciertos temas, lo cual puede ser bueno o malo, según se vea.

Es bueno ser más sensible en cuanto uno se vuelve más crítico con el mundo que le rodea. Y eso no está mal. Criticar lo que no te gusta de la sociedad y expresar abiertamente tus opiniones políticas, religiosas, sociales, económicas y hasta deportivas está muy bien y debe ser promovido, pues fortalece el diálogo y el sentido democrático de opinión pública.

Sin embargo, cuando tú tienes una opinión sobre un tema cualquiera, debes ser consciente de que hay personas a las que no les va a agradar tu punto de vista y que te van a rebatir, te van a criticar, y algunos lo van a hacer duramente, incluso habrá quienes van a hacer mofa de tus creencias.

Aquí es cuando surge un problema de intolerancia, pues muchas personas creen que su verdad es la única verdad que debe prevalecer.

Y eso no es lo peor, pues hay personas que no contentas con creer que siempre tienen la razón, piensan que las voces que opinan distinto a ellas deberían ser censuradas, lo cual es el colmo de la intolerancia.

Y esto se debe, volviendo al principio, a un problema de sensibilidad que no se veía en épocas anteriores. Hay puntos buenos y malos. Hoy la sociedad es más abierta y hay más voces dispuestas a hacerse escuchar.

El problema es que esas mismas voces en ocasiones son tan intolerantes que caen en la misma trampa de la intolerancia que están denunciando.

Te dejamos una imagen que, quizá te cause algo de gracia, pero también es para ponernos a pensar por qué la sociedad actual se ofende tan fácilmente cuando le llevas la contraria en temas sensibles, en vez de abrirse al diálogo y estar dispuesta a razonar y argumentar:

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