5 anécdotas de Albert Einstein con una dosis de humor sólo para inteligentes

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La historia ha dado grandes mujeres y hombres que se caracterizan por su enorme dosis de humanidad y, sobre todo, por su magnífica inteligencia, envidia del común de los mortales, quienes sólo los vemos como los genios que son.

Sin duda, estas celebridades han marcado un antes y un después y no comprenderíamos la civilización actual sin sus grandes aportes, y uno de estos personajes a los que me refiero es el gran genio Albert Einstein.

Nacido en Alemania, de origen judío, para luego ser nacionalizado suizo, austriaco y estadounidense, Einstein es bien conocido por sus aportes al conocimiento científico, sobre todo en el campo de la física.

Formuló la teoría de la relatividad general, la cual presentó en 1915, en la cual el concepto de gravedad cambia radicalmente de lo que entendíamos hasta entonces.

En 1919, en Gran Bretaña, un grupo de investigadores observó un eclipse solar, confirmando las predicciones de Einstein acerca de la curvatura de la luz. Desde entonces, el científico fue idolatrado por los medios de comunicación.

Pese a ser un genio reconocido y admirado por todo el mundo, Einstein siempre conservó una chispa de buen humor hasta sus últimos días.

Aquí te traemos 5 anécdotas de la vida de Albert Einstein elaboradas con un poco de humor (sólo para inteligentes):

1

Un periodista le preguntó a Einstein:

– ‘¿Me puede Ud. explicar la Ley de la Relatividad?’

Y Einstein le contestó:

– ‘¿Me puede Ud. explicar cómo se fríe un huevo?’

El periodista lo miró extrañado y le contesta:

– ‘Pues, sí, sí que puedo’.

A lo cual Einstein replicó:

– ‘Bueno, pues hágalo, pero imaginando que yo no sé lo que es un huevo,

ni una sartén, ni el aceite, ni el fuego’.

 

2

Einstein tuvo tres nacionalidades: alemana, suiza y estadounidense. Al final de su vida, un periodista le preguntó que posibles repercusiones habían tenido sobre su fama estos cambios. Einstein respondió:

– ‘Si mis teorías hubieran resultado falsas, los estadounidenses dirían que yo era un físico suizo; los suizos que era un científico alemán; y los alemanes que era un astrónomo judío’.

 

3

En una reunión social Marilyn Monroe se cruzó con Albert Einstein y ella le sugirió lo siguiente:

-‘Qué dice profesor, ¿deberíamos casarnos y tener un hijo juntos? ¿Se imagina un bebe con mi belleza y su inteligencia?’.

Einstein muy seriamente le respondió:

– ‘Desafortunadamente temo que el experimento salga a la inversa y terminemos con un hijo con mi belleza y su inteligencia’.

 

4

Se cuenta que en una reunión social Einstein coincidió con el actor Charles Chaplin. En el transcurso de la conversación, Einstein le dijo a Chaplin:

-‘Lo que he admirado siempre de usted es que su arte es universal; todo el mundo le comprende y le admira’.

A lo que Chaplin respondió:

-‘Lo suyo es mucho más digno de respeto: todo el mundo lo admira y prácticamente nadie lo comprende’.

 

5

Y por último uno de los chistes favoritos que Einstein relatara en reuniones con políticos y científicos.

Se cuenta que en los años 20 cuando Albert Einstein empezaba a ser conocido por su Teoría de la Relatividad, era con frecuencia solicitado por las universidades para dar conferencias. Dado que no le gustaba conducir y sin embargo el coche le resultaba muy cómodo para sus desplazamientos, contrató los servicios de un chofer. Después de varios días de viaje, Einstein le comentó al chofer lo aburrido que era repetir lo mismo una y otra vez.

– ‘Si quiere -le dijo el chofer- lo puedo sustituir por una noche. He oído su conferencia tantas veces que la puedo recitar palabra por palabra.’

Einstein estuvo de acuerdo y antes de llegar al siguiente lugar, intercambiaron sus ropas y Einstein se puso al volante. Llegaron a la sala donde se iba a celebrar la conferencia y como ninguno de los académicos presentes conocía a Einstein, no se descubrió la farsa. El chofer expuso la conferencia que había oído repetir tantas veces a Einstein. Al final, un profesor en la audiencia le hizo una pregunta. El chofer no tenía ni idea de cuál podía ser la respuesta, sin embargo, tuvo una chispa de inspiración y le contestó:

– ‘La pregunta que me hace es tan sencilla que dejaré que se la responda la persona que se encuentra al final de la sala… que es mi chofer’.

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